Tengo que reconocer que nunca fui un gran seguidor de esta serie, inspirada en uno de los primeros —y probablemente el más famoso— juego de rol que han existido. Dada su propia naturaleza culebronil, con tramas que parecían alargarse ad infunitum sin llegar a resolverse del todo, no recuerdo haber visto más que unos pocos episodios sueltos, por lo que jamás llegué a entender del todo su complejo universo.

Sin embargo, la pegadiza canción con la que empezaba cada episodio me encantaba. Como a todos lo niños que la descubrimos allá por septiembre de 1985, supongo.

Dragones y Mazmorras, Créditos de apertura, 1983.