Posiblemente los anuncios que protagonizaba el director general de CAMP, Manuel Luque, junto a su marcado acento —que tanto nos recuerda hoy al de Bono, José, no el otro— para intentar promocionar el detergente estrella de su compañía sean uno de los mejores ejemplos de lo que no hay que hacer en publicidad. Y, sin embargo, triunfaron.

Prueba de ello es que se rodaron (y emitieron) muchos. Y todos iguales —de hecho, el que he encontrado no es el original—: un tambor de Colón, Luque en su despacho y su sempiterna frase, que aún hoy sigue siendo repetida hasta la saciedad como uno de los mejores —o, al menos, más recordados— y más efectivos eslóganes de la historia de la publicidad en Ejpaña, perdón, España: «Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo». Muy seguro tienes que estar de las bondades de tu producto para pedir a tus clientes que lo comparen con la competencia y, si aquella les convence más, te dejen de comprar.

Posiblemente, en cuanto a presentación y mensaje, era la antipublicidad personificada, pero funcionó. Es más, todavía hoy funciona.

Colón fórmula extra, «Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo».