Si en 1992, para que los españolitos demostraran su cultura general, Pepe Navarro estrenaba a nivel nacional el concurso Juguemos al Trivial, unos años antes en Canarias ya habíamos tenido nuestra propia versión regional y adaptada, gracias, cómo no, al Centro de Producción de TVE en las Islas. Se trataba de Septem, un concurso dirigido al público juvenil y presentado por Eva Navarro —hoy corresponsal de los Servicios Informativos de la cadena pública en Lanzarote— en el que dos equipos de niños debían superar varias rondas de preguntas relacionadas con la historia, naturaleza y geografía del Archipiélago, así como algunos juegos de habilidad.
Esta especie de Trivial Pursuit de contenidos canarios tuvo tanta aceptación que esas Navidades fue lanzado en forma de juego de mesa en el que se sustituían los seis «quesitos» que hay que «conquistar» para ganar el juego, por unas pequeñas tarjetitas con la forma de cada una de las siete islas que forman el Archipiélago. Aunque el eslogan era «El juego para conocer Canarias», el nivel de dificultad de la inmensa mayoría de las preguntas era demasiado elevado para el niño canario medio —he vuelto a leer unas cuantas antes de sacar la foto que acompaña a este texto y algunas me siguen pareciendo muy rebuscadas—, por lo que las partidas se hacían tan interminables como frustrantes.
Quizá por ello, un tiempo después lanzaron Septem Junior, que se diferenciaba de la edición original en que la caja era de color naranja y las preguntas —supongo— mucho más fáciles. Yo tenía la edición azul, la original. Un día, harto de no saber la respuesta de casi ninguna pregunta guardé el juego en su caja y esta, en la estantería. Donde, por cierto, continúa desde entonces.

En el Septem, en lugar de «quesitos», para ganar había que «conquistar» islas.