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No tengo muy claro si la emisión de este anuncio en España se encuadra todavía en la década de los 80 o pertenece ya a los 90. Aunque llegó a España en 1984, apenas dos años después de su debut en el mercado estadounidense y la locución la presenta como «la nueva Coca Cola Light», mi memoria —con todo lo engañosa que puede llegar a ser— y algunas fuentes se empeñan en situarlo hacia 1990.

Al menos este, el original. En el que un nutrido grupo de oficinistas pierden cualquier tipo de inhibición al descubrir que son las once y media. Lo que ellas llaman «La hora Coca Cola Light», el momento del día en el que el fornido trabajador de la obra de enfrente se toma su descanso reglamentario y se refresca, camiseta fuera, con la (no tan) azucarada bebida. Y que unió indisolublemente esa hora —«Las once y media»— al refresco. Un —el— ejemplo de publicidad inversa, que huyendo de cosificar a la mujer, cosifica al hombre y provoca la paradoja de estereotipar a la mujer todavía más.

Pese a todo, la campaña fue un éxito reinterpretado por la compañía casi hasta la extenuación, aunque siempre con la inconfundible banda sonora de Etta James. Pero ya sabemos que Coca Cola es así (y, aunque se haya quedado fuera, ese anuncio sí que es de los 80).

Coca Cola, La hora Coca Cola Light, c. 1990.

Creo que a estas alturas de mi vida puedo afirmar sin temor a equivocarme que Every Breath you Take es la canción más conocida del grupo británico The Police. Y, aun siendo esta una verdad incontestable, para toda una generación los acordes de esta canción también serán siempre los que digan aquello de «Tu vida cambió / No eres como ayer / Hoy todo es mejor / Sabes escoger / Tu limón es Schweppes», gracias a una serie de campañas publicitarias de Schweppes, en las que siempre ganaba quien se esforzaba por triunfar.

Y en la voz de un desconocido Josep Capdevilla al que todavía le faltaban unos cuantos años para saber lo importante que es bailar pegados. Si no lo sabían, agudicen sus oídos.

Schweppes Limón, Tu vida cambió, 1987.

Los años 80 fueron la década de la psicosdelia por excelencia. Y de la ausencia de vergüenza y sentido del ridículo. Si no, no hay forma de explicar cómo alguien podía ponerse vaqueros lavados, camisetas de colores fosforitos, inmensas hombreras y un amplio catálogo de accesorios y salir a la calle sin correr el riesgo de ser apedreado. Por eso, en medio de ese maremagno es normal que bebidas como Fanta acabaran convirtiendo sus anuncios en una especie de refugio de rechazados en los castings de Blossom, Salvados por la Campana y Colegio Degrassi.

Todos juntos, revueltos y con sabor a naranja.

Fanta, Fanta es lo mío, 1988.

Cuatro o cinco años antes de que los mellizos Brandon y Brenda Walsh y su pandilla de amigos pijos de Beverly Hills convirtiesen la «sensación de vivir» en un culebrón juvenil tan exitoso como increíble —y, visto con ojos de hoy, infumable—, esta expresión era sinónimo de sentirse en la cima del mundo y ser capaz de cualquier cosa. Gracias, cómo no, a Coca Cola, compañía que podrá ser todo lo siniestra que muchos opinen, pero que a lo largo de su historia ha demostrado dominar como pocas el arte de crear iconos a través de la publicidad, ya sea insuflando la chispa de la vida o despertando la sensación de vivir a las once y media. Pero de esa hora igual hablamos otro día.

Coca Cola, Sensación de vivir, 1988.

Estos días que Canarias se encuentra bajo la amenaza de la primera ola de calor sahariano del verano —que no del año— no puedo evitar acordarme cada cinco minutos de aquel anuncio de Pepsi en el que, mientras una voz radiofónica informaba de la temperatura —«38 grados y hoy alcanzaremos los 40»—, una furgoneta se acercaba hasta una abarrotada playa.

Una vez allí, su joven y emprendedor conductor conectaba un sofisticado equipo de sonido sólo para emitir el sonido que hacía al destapar, servir y beber una fría botella del refresco.

Inmediatamente, los bañistas desafiaban a los elementos para atravesar la ardiente arena y aliviarse, no en el agua, sino con uno de sus refrescos. Pues eso, calor que, a falta de la versión española, nos recuerda el anuncio en su versión internacional. Y recortada.

Pepsi, The choice of a new generation, 1986.

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