Una de las cosas que más me gusta cuando voy a la piscina es que me machaquen con series largas o intensas de ejercicios de estilo. Sin embargo, a mi monitor le encanta preparar todo tipo de ejercicios con un churro como protagonista. Cada vez que tengo que hacer un largo sentado sobre uno de ellos, con una de sus puntas sobresaliendo por detrás de mi cabeza, encuentro un motivo más para seguir odiando profundamente aquella serie tan absurda protagonizada por los Snorkels.

Y es que donde esté un buen pitufo o un simpático diminuto que se quiten estos insulsos bichejos submarinos y las burbujas que los rodeaban.

Los Snorkels, Créditos de apertura, 1984-1988.